Datos
Históricos de la Iglesia de Santo Domingo y sus Cofradías
El
convento se comenzó a construir en el año 1563, participando en la obra los
maestros Baltasar Sánchez y Juan García.
Rodríguez
Moñino rescató y publicó las escrituras realizadas para la construcción de la
iglesia, teniendo la primera de ellas fecha de 30 de julio de 1563 y realizada
entre el Prior del convento, Fray Bartolomé de Aguilar, y el maestro Baltasar
Sánchez Oliva, ante el escribano Marcos Herrera. Nos parecía interesante
incluir aquí algunos fragmentos de la misma:
“Sepan
quantos esta carta de concierto vieren como nos el prior frayles e convento del
monesterio de señor santo domyngo yntramuros desta ciudad de badajoz estando
juntos e congregadas a son de campana tañyda según lo avemos de vso e
costrumbre de nos ayuntar para las cosas tocantes e pertenecientes a este
monesterio vnanymees e conformes conbiene a saber fray batolomé de aguilar prior
e fray garcía de castro e fray domingo de vgalde todos frayles profesos de vna
parte e de otra parte baltasar sánchez oliva albanyl vezino desta dicha ciudad
de badajoz e dezimos que somos conbenydos e concertados en esta manera que nos
los dichos frayles e conbento damos la obra de la yglesia del dicho monesterio
a vos el dicho baltasar sánchez albanyl para que la hagáis a maestría según e
de la forma e manera que entre nos los susodichos está concertado e asentado
por la traça que dello distes vos el dicho baltasar sánchez y a la memoria que
tenemos hecha entre nos los susodichos que su tenor es el siguiente”.
“E
para hacer y edificar la dicha obra según e como en la dicha memoria se
contiene queda que nos los dichos prior frayles e conbento del dicho monesterio
avemos de dar todos los materiales e pertrechos que pertenecieren a la dicha
obra e vos no aveys de poner más de vuestras manos e herramienta e aveys de
traer con vos en la dicha obra los oficiales que obiere menester el dicho
convento pagándoles el cicho convento a cada oficial por cada vn día de trabajo
tres reales menos quartillo e a vos el dicho baltasar sánchez tres reales por
maestro por cada vn día que trabajaredes en la dicha obra e queda que vos aveys
de tener cargo de coger los peones a costa deste dicho convento e pagaremos el
precio por que fueren cogidos e ansí mismo calçaremos e aguzaremos a nuestra
costa la herramienta para labrar la cantería e que no cojeremos ningún maestro
para labrar en la dicha obra sin vuestra licencia e mandado...”.
Las
escrituras muestran de forma detallada cómo se fue realizando toda la obra de
la iglesia, como la del crucero, iniciada en 1570 y que tuvo que continuar en
1572 Juan García, albañil y cantero, por hallarse aún inacabadas, el cual
también colaboró en otras partes del edificio.
La
iglesia quedó finalizada en 1587, fecha que se encuentra consignada en el
frontal del coro, donde están los escudos dominicos y los de los fundadores del
convento. Igualmente, colaboraron en la obra el cerrajero Juan de Laredo para
la rejería del convento y, sobre todo, para las distintas capillas y retablos,
como el del altar mayor y el de la familia Tovar, los entalladores locales
Pedro de Bañares y el gran artista Hans de Bruselas de Flores y Marcos de
Trejo.
Por
último, se encargaron las campanas para el convento en 1582 a Francisco
Martínez, “maestro de hacer campanas” de Zafra; en 1587, a Juan de Sayavedra,
campanero de Granada, y el 28 de julio de 1588, a Juanes de Avia, campanero de
Córdoba. Los encargos eran muy curiosos por la descripción de los mismos: “...para
que haga una campana el dicho convento, que tenga nueve o diez arrobas poco mas
o menos, pagándole veinte ducados por la hechura”.
El
templo es de enormes proporciones, sensación que se ve favorecida por la gran
altura de las bóvedas góticas que lo coronan.
El
Convento de Santo Domingo poseía bastantes propiedades: casas y terrenos, no
sólo en la ciudad y alrededores, sino también en otras localidades, como en
Almendralejo y Salvaleón; esta última cedida por los Duques de Feria, D.
Lorenzo Suárez de Figueroa y D. Gome Hernández de Solís y de Figueroa.
Entre
los destacados religiosos que impartían diversas cátedras en este centro,
destacó Fray Luis de Granada, escribiendo aquí, su “Guía de pecadores”.
La
iglesia ha sido muy castigada por las guerras, sufriendo grandes perdidas en la
Guerra de la Independencia y, sobre todo, en la contienda civil, donde se
destruyeron retablos y una veintena de tallas, entre ellas las de la Virgen del
Mayor Dolor, y dañando algunas otras, como la del Cristo Nazareno del Amparo,
titulares de la Cofradía.
La
Cofradía realiza su salida por una preciosa portada de cantería labrada en el
S. XVI. Está coronada por una escultura de Santo Domingo venciendo a la
serpiente, flanqueada por escudos dominicos y por los perros con antorchas en
la boca que tradicionalmente acompañan al santo. A los lados de la portada
están colocados los escudos de los fundadores del convento, D. Gome Hernández
de Solís y Doña Catalina de Silva. Sobre la portada aparece un vano circular a
modo de rosetón, coronando el edificio la España que contiene las campanas.
Cofradías
existentes en Santo Domingo
Se
tiene conocimiento de tres Cofradías que han estado establecidas en Santo
Domingo, destacando la importancia de las mismas por su historia, títulos y
privilegios. La más antigua es la de Nuestra Señora del Rosario, fundada en
1567. Posee privilegios pontificios, como ya hicimos constar en el apartado de
las Cofradías desaparecidas y cuya imagen titular ha sido unida al paso del
Cristo del Amparo, lo que puede dar pie para su revitalización como Cofradía
independiente o fusionada con la que nos ocupa del Dulce Nombre de Jesús,
fundada en 1603. Otras Cofradía que se fundó en Santo Domingo en el año 1695
fue la desaparecida del Santísimo Cristo del Rosario, más conocida por la del
Coronado de Espinas, de carácter penitencial; fue una de las más importantes en
su época.
Historia
de la Cofradía
La
Pontificia Hermandad y Cofradía de Penitencia del Dulce Nombre de Jesús,
Nuestro Padre Jesús Nazareno del Amparo, Santísimo Cristo de la Fe y María
Santísima del Mayor Dolor es, sin duda, una de las más ilustres de la Semana
Santa pacense.
Fue
fundada por el Gremio de los Oficiales de Sastre bajo la denominación del
“Dulce Nombre de Jesús” el 16 de mayo de 1603, teniendo su sede en el Convento
de Santo Domingo y con la sana intención de reparar los agravios y blasfemias
que se cometían contra el santo nombre de Jesús. Su titular era una imagen del
niño Jesús, como lo sigue siendo actualmente, aunque hoy comparte su
titularidad con las demás imágenes de la Hermandad. Poco después, y para gastar
las rentas sobrantes, se convertiría en Cofradía de penitencia, sacando en
procesión a Jesús Nazareno y a la Virgen del Mayor Dolor.
La
fundación de la Cofradía fue aprobada por D. Francisco López de la Madrid,
Provisor Vicario general que fue de este obispado, y por el entonces Obispo de
la ciudad, D. Andrés Fernández de Córdoba.
La
procesión
El
desfile de la Pontificia Hermandad y Cofradía de Penitencia de Nuestro Padre
Jesús Nazareno del Amparo, Dulce Nombre de Jesús, Santísimo Cristo de la Fe y
María Santísima del Mayor Dolor es de una gran vistosidad; en primer lugar, por
ser la única Hermandad que saca cuatro pasos y, en segundo, porque, aunque es
una Cofradía humilde económicamente, posee un magnífico patrimonio pues tiene
auténticas joyas en imágenes y paso de enorme calidad.
La
salida se produce en la amplia Plaza de Santo Domingo, lo que permite disfrutar
del esplendor de la procesión en toda su magnitud; desde allí, girará a la
derecha para visitar el barrio de Santa Marina, aunque en 1996 hizo su
recorrido solamente por las calles del centro del casco, subiendo hasta la
Plaza de España, al acordar todas las Cofradías cubrir un itinerario oficial.
Es cierto que muchos amantes de la Semana Santa preferimos la intimidad de un
rincón en el casco antiguo para sentir la procesión más cerca, pero hay
Hermandades, y ésta es una de ellas, que muestran su verdadera dimensión y
belleza en una gran avenida, donde de un solo vistazo podemos contemplar el
cortejo completo con sus cuatro pasos en el centro pues, cada uno de los que
pasa, tiene como marco de fondo al que le sigue. El primero como marco de fondo
al que le sigue. El primero de ellos es el del Nazareno del Amparo, imagen de
gran veneración en el S. XVII y XVIII; detrás el Crucificado de la Fe, que todo
lo inunda de rojo a su paso, al que le sigue la gran novedad de los dos últimos
años en nuestra Semana Santa: el paso lastimoso de María Santísima con su hijo
muerto en sus brazos, imagen de enorme belleza, acompañada únicamente por
mujeres con mantilla negra y, cerrando el desfile, una dolorosa de gran calidad
y hermosura, obra de Antonio Castillo Lastrucci, la Virgen del Mayor Dolor,
talla que, incomprensiblemente, pasa un poco desapercibida y en la que
entraremos en detalle al hablar de las imágenes pues es, sin duda, una
de las más preciosas de la ciudad. La procesión, como todas las demás, hace
estación en el Hospital Provincial de San Sebastián, construido en el S. XVIII
por Diego de Villanueva, donde las imágenes, en un acto de piedad hacia todos
los enfermos que sufren en el mundo, son aproximadas a su bella portada
neoclásica rematada con la imagen de la Piedad.
Desde
la Plaza de Minayo la procesión pasa a la calle Mayor para, doblando por la
calle Santo Domingo, llegar a su parroquia, donde merece la pena ver la entrada
de esta histórica Hermandad.
Como
ya se ha comentado, en la Semana Santa de 1996 la Cofradía varía su recorrido,
volviendo a realizar la espectacular subida de la calle Zurbarán, para, una vez
en San Juan, dirigirse a la sombra de la Catedral hacia la fachada del
Ayuntamiento, desdoblándose la procesión para descender por la calle Obispo en
unos momentos cargados de belleza y espectacularidad por el marco que rodea el
desfile.
Insignias
y atributos
- Faroles
de Guía: son de forma hexagonal y están realizados en plata. Estrenados en
1954.
- Libro
de Reglas: regalado por D. Manuel Durán en Octubre de 1956.
- Senatus:
realizado en terciopelo morado y bordado en oro. Estrenado en 1953.
- Estandarte
del Cristo de la Fe: realizado en terciopelo negro y rematado con galones,
flecos y borlones dorados. Destaca en el centro la cara del Cristo, pintada al
óleo sobre lienzo por Juan Manuel Expósito, vocal artístico de la Hermandad.
- Estandarte
de la Cofradía: realizado en terciopelo morado, lleva el escudo de la
Hermandad bordado por las Religiosas Adoratrices de Badajoz.
- Bandera
del Cristo de la Fe: realizada en damasco negro, lleva una cruz de
terciopelo rojo en el centro; es obra de Dña. Amalia Sanabria, camarera de la
Hermandad.
- Bandera
Concepcionista: regalada por la asociación de las hijas de María y
enriquecida posteriormente con una pintura al óleo sobre tela de la Inmaculada
Concepción, realizada por Juan Manuel Expósito y con aplicaciones del bordado
del traje que el torero José María Martorell regaló a la Cofradía en 1957;
trabajo realizado por Dña. María del Carmen Alfonso.
- Sine-Labe:
regalado por D. Vicente Sánchez Simón el 8 de abril de 1958. Está realizado en
terciopelo negro y presenta en el centro la frase “Sine-Labe Concepta” y el
escudo de la Hermandad, todo ello bordado en oro y sedas; adornándose su parte
inferior con un delicado bordado floral.
Proyectos
Como
le suele pasar a todas las Cofradías, son muchas las ideas que pretenden llevar
a cabo: Se quieren sustituir los faroles de cola del paso de la Virgen del
Mayor Dolor, que están en mal estado, así como volver a sacarla bajo palio y
finalizar el dorado del paso. Es también intención de la Hermandad volver a
sacar todos los pasos a costaleros, como ya le ocurre al de la Piedad;
uniéndose a él los del Cristo de La Fe y Virgen del Mayor Dolor en 1997. Se
pretende restaurar las andas del Cristo del Amparo, e ir mejorando estandartes
y atributos de los paseos.
Curiosidades
Quizás
la más destacada de las que se conocen, sea la forma y el momento en que se
encargó y se trasladó desde Sevilla hasta Badajoz la nueva imagen de la Virgen
del Mayor Dolor, obra del gran imaginero Antonio Castillo Lastrucci. Destruida
la anterior en 1936, como ya hemos comentado, parece ser que se encargó la
nueva de forma inmediata; hecho sorprendente dado que la Cofradía estaba
privada de su actividad pública en estos momentos. Una vez realizada la obra,
los problemas venían con el traslado de la imagen hasta Badajoz pues, dada la
inseguridad del viaje, se oponían a que ésta viniese a nuestra ciudad, teniendo
que esperar para ser trasladada oculta en una manta y en un coche de línea a
nuestra ciudad. Parece ser que la operación la realizó un sacristán que estaba
en el convento de las Descalzas.
En
1959, los mutilados de guerra, ataviados con capas de la Cofradía, comenzaron a
dar escolta y a acompañar al paso del Cristo del Amparo, por haber sido éste
igualmente mutilado en la guerra civil.
Pasos
Paso
de Nuestro Padre Jesús del Amparo
El
Divino Nazareno del Amparo es una magnífica talla de finales del S. XVI o
principios del XVII de la que, como de tantas otras, desconocemos su autoría.
Sin embargo, en este caso se han vertido varias hipótesis, apuntando algunos
entendidos que es, indudablemente, de uno de los maestros imagineros de su
tiempo; pero nada concreto existe al respecto, debido a la pérdida de casi la
totalidad de los archivos de la Hermandad en las sucesivas vicisitudes
históricas por las que ha atravesado.
Como
ya hemos comentado, la imagen del Cristo del Amparo sufrió daños en la Guerra
de la Independencia, que fue especialmente virulenta en la ciudad de Badajoz,
y, posteriormente, en los asaltos y destrucción del patrimonio religioso
durante la Guerra Civil, muy probablemente en sus comienzos en el año 1936. En
esta última parece que sufrió alguna pequeña mutilación, posiblemente en alguna
pierna, pues la cara, las manos el torso y los pies se salvaron de las
agresiones. En 1939 y 1940 desfilaría gracias a alguna reparación de urgencia
pues, en 1941, el escultor y profesor D. Ramón Cardenal Velázquez, que a su vez
era Primer Teniente de Hermano Mayor y devotísimo de la imagen, lo restauró
respetuosamente, devolviéndole su primitiva belleza. En 1956, el artista y
asesor artístico de la Hermandad, Santiago Arolo Viñas, vuelve a restaurarlo y
retoca la imagen, variándole la posición de la cabeza hacia fuera en lugar de
ir pasarela a la cruz como la tenía antes, además de hacer otras variaciones
como cambiar la posición de las manos. Parece ser que durante algún tiempo
desfilaba abrazando la cruz, lo que daba la impresión de que la llevaba al
revés.
La
cara de la santa imagen sigue conservando una extremada dulzura y sus delicadas
facciones le confieren una gran belleza, destacando la pureza de líneas, que
refuerzan la naturalidad y el realismo de la expresión. La cara, ligeramente
inclinada hacia la derecha, proyecta sus grandes ojos hacia el suelo en un
elegante gesto de resignación y aflicción. El cabello y la barba partida en dos
presentan un trabajo de talla de impecable factura. Lleva una corona de espinas
tallada sobre la misma cabeza y luce espléndidas potencias de plata dorada y
repujada.
La
imagen ser representa caminando, con el peso echado sobre la pierna izquierda,
que está más adelantada; el pie derecho está despegando del suelo y el cuerpo
ligeramente vencido por el peso de la cruz. Ésta se realizó en madera y fue
estrenada en 1947; sus tramos cilíndricos están rematados con unas magníficas
cantoneras de plata dorada y repujada. El santo madero está un poco levantado
pues el Nazareno va ayudado por una meritoria imagen de Simón Cirineo, obra de
Santiago Arolo estrenada en 1977, que vino a ocupar el sitio dejado por la
anterior del S. XVII o XVIII, desaparecida en alguna de las dos contiendas
antes aludidas, al igual que los dos sayones que completaban el paso y que eran
de la misma época.
En
la Semana Santa de 1995 salió el Cirineo vestido de hebreo con ropas sencillas,
para ir en consonancia con la sobria túnica morada que llevaba el Nazareno del
Amparo y con el vestido que lucía la gran novedad de este año: la tercera
figura que acompañaba el paso y que es, nada menos, que la virgen del Rosario,
magnífica imagen de gran devoción que poseía Cofradía propia, denominada de
“Nuestra Señora del Rosario”, fundada en Santo Domingo el 28 de mayo de 1577
con título de Pontificia y de la que hemos hablado en el capítulo de Cofradías
desaparecidas. La imagen es una estupenda talla de expresión serena y maternal,
que ha recibido culto hasta la fecha no muy lejana como Virgen de Gloria. Tiene
pelo natural y desfiló en la noche del Miércoles Santo, consolando al Señor del
Amparo en su pesado caminar hacia el calvario, tocada con una sencilla blonda
inmaculada que le caía por el pecho y espalda y luciendo un antiguo vestido de
terciopelo negro y dorado y manto de terciopelo azul. Con esta imagen se
pretende representar el encuentro de Jesús con su madre en la calle de la
Amargura. Ella alarga su mano derecha ofreciendo un pañuelo que sirva como paño
para el rostro sudoroso y ensangrentado de su Hijo, completando así un precioso
y entrañable misterio en este magnífico paso.
En
la Semana Santa de 1996 lucía esta imagen una diadema de plata repujada y un
precioso manto negro bordado en oro.
El
Cristo posee varias túnicas que luce de forma periódica, siendo algunas de gran
valor. La más antigua, aunque pasada a nueva tela, data de 1947 y está
ricamente bordada en oro sobre terciopelo morado, presentando motivos florales
mezclados con símbolos de la pasión. Es muy destacable la blanca de terciopelo
bordada en oro, que fue estrenada en 1954. Posee, así mismo, otra de camarín
muy sencilla de terciopelo morado con galones de oro.
El
Señor del Amparo lleva cíngulo de oro y cordón del mismo material rodeando su
cuello, destacando en él un valioso broche que monta una piedra preciosa
engarzada en oro.
Paso
del Santísimo Cristo de la Fe
El
rostro, de gran fuerza y realismo, está completamente vencido por el
sufrimiento. Las gotas de sangre, la boca entreabierta y los párpados
oscurecidos añaden patetismo a la expresión abandonada de esta meritoria
imagen. El pelo y la barba siguen fielmente la posición de la cabeza rendida
hacia la derecha, abriéndose por este lado y enmarcando su cara.
El
cuerpo, de tamaño algo menor del natural, está bien proporcionado, llamando la
atención sus amoratadas rodillas que contrastan con la viveza de los pliegues
del bello paño de pureza policromado que lo cubre.
Lleva
sobre su cabeza unas originales potencias doradas y corona de espinas del mismo
material.
El
Santísimo Cristo de la Fe va en un destacado paso de madera tallada en su color
de estilo clasicista, enriquecido por algunos detalles barrocos, aunando la
severidad con la elegancia artística en un original diseño. Este paso sustituyó
al anterior que, realizado en madera tallada y metal dorado de estilo barroco,
se caracterizaba por su rica ornamentación y por su peculiar forma poligonal,
siendo de gran calidad y popularmente conocido por su aspecto como el
“Galápago”.
El
nuevo paso es obra de los artistas locales Santiago Arolo, que realizó el
diseño, y de Ramón García Mora que lo talló. La imagen del Cristo descansa
sobre el cuerpo superior de la canastilla, llevando en el frontal, en metal
dorado, el escudo de la Cofradía.
Los
preciosos respiraderos llevan catorce medallones dorados y repujados
(reaprovechados del antiguo paso), enmarcados por columnillas salomónicas y
cornisas clásicas, donde van representadas las estaciones del Vía-Crucis,
destacando las que hacen de esquineras en el paso. Entre ellas casetones
tallados con delicada decoración barroca y rematados cada uno de ellos por
pequeños medallones con simbología de la pasión.
El
paso está totalmente entonado en rojo: caoba el tono de la madera; rojos los
velones que se apoyan en los cuatro magníficos blandones tallados que lleva en
sus esquinas, obra de Ramón García; rojas las luces que guardan los dos
preciosos faroles del mismo autor, rematados con coronas doradas que van
situados a los lados del Cristo; rojos de terciopelo los faldones; y en el
exorno del paso, más de 60 docenas de claveles del mismo color, acompañados por
un centro de lirios morados que va a los pies de la sagrada imagen.
Capataz:
D. José Fernando Fernández Perianes.
Costaleros: el Paso, hasta ahora, iba a ruedas, con ocho empujadores. En la Semana Santa de 1997 vuelve a salir a costaleros, dándose la circunstancia de ser portado por mujeres, que con una cuadrilla de cuarenta costaleras, marcan un hito en la Semana Mayor Pacense.
Costaleros: el Paso, hasta ahora, iba a ruedas, con ocho empujadores. En la Semana Santa de 1997 vuelve a salir a costaleros, dándose la circunstancia de ser portado por mujeres, que con una cuadrilla de cuarenta costaleras, marcan un hito en la Semana Mayor Pacense.
Paso
de la Piedad
Él
rescató esta imagen inédita que se encontraba olvidada en las dependencias de
la iglesia, restaurándola, diseñando el paso, construyendo la estructura de las
andas junto con algunos colaboradores, buscando el acompañamiento de las
mujeres de mantilla, organizando sorteos y buscando subvenciones para hacerla
la magnífica corona que estrenó en 1996, e incluso, bordándole un manto con sus
propias manos que estrenó en ese mismo año. En definitiva, huelga decir el
mérito que ha tenido su labor dentro y fuera de la Cofradía pues, a la vista
está el espléndido resultado del cariño y del trabajo bien hecho.
La
maravillosa composición, de la que no conocemos el autor, está datada como del
S. XVI-XVII y procede, posiblemente, de la antigua iglesia de Santa María del
Castillo.
Las
imágenes son de talla completa, incluidas las ropas. La efigie de la Virgen de
la Caridad es sobresaliente, destacando la exquisitez de su cara donde se
mezcla la candidez con el dolor desconsolado de su maternal expresión. Sus
delicadas facciones, junto con los angustiados ojos tallados, dan una sensación
de desconsuelo y el rostrillo que rodea su cara le confiere un peculiar sabor
antiguo que refuerza su excepcional belleza.
La
imagen del Santísimo Cristo del Amor, de impresionante presencia, aparece
muerto en el regazo de su madre, presentando en su cara unos rasgos sencillos
pero de gran pureza, que contrastan con el soberbio y detallado trabajo
anatómico de su cuerpo que en escorzo muestra toda su perfección. La Virgen
lleva tallado un delicado manto negro que se funde con el claro sudario del
Cristo; ambos policromados y con finísimos dibujos estofados en oro.
La
Dolorosa cubre su cabeza con una toca negra bordada en oro y salió en 1995
llevando un antiguo manto de terciopelo negro bordado en oro que pertenece a la
Virgen del Mayor Dolor. En 1996 estrenó otro negro bordado por D. Juan Manuel
Expósito en oro, sedas de colores y azabache; presentando un atractivo diseño
floral del mismo autor y rematado por el escudo real en relieve. Actualmente, y
como muestra del gran cariño que en poco tiempo se le ha tomado, unas hermanas
de la Cofradía le están bordando otro en oro sobre terciopelo negro y que,
junto con los nuevos faldones del mismo material y de color cardenal estrenados
en 1996, regalarán a la imagen. En este mismo año se estrenaron los
respiraderos de malla de oro.
La
Virgen de la Caridad luce en su pecho un corazón de plata dorada rematado por
la llama y traspasado por siete puñales simbolizando los dolores de la Virgen.
Sobre su cabeza ha llevado una fina diadema de plata trabajada, estrenando en
1996 la nueva, que ha sido sufragada gracias a las aportaciones de un grupo de
personas y a los desvelos de Juan Manuel Expósito. Ha sido diseñada por el
orfebre sevillano José Manuel Ramos de Rivas, quien ha realizado la obra en
metal dorado y ricamente repujado, resultando una obra sencilla pero de
destacada calidad artística.
Paso
de María Santísima del Mayor Dolor
La
talla, obra del maestro Antonio Castillo Lastrucci, destaca, además de por su
extraordinaria belleza, por la marcada personalidad de sus rasgos,
confiriéndole una gran fuerza expresiva, que se ve reforzada por la perfección
técnica de sus formas, siendo el trabajo de boca, nariz y ojos verdaderamente
admirable. La expresión dolorosa está muy bien conseguida y las lágrimas
doradas iluminan su desconsolado rostro. Se dice que tiene dos perfiles
diferentes; en uno aparece doliente y desconsolada, mientras que en el opuesto
muestra un rictus mucho más suave.
Las
manos son magníficas, mostrando una gran expresividad y realismo; suele llevar
unos rosarios en la izquierda y un fino pañuelo en la diestra.
Esta
efigie, que comenzó sus desfiles en 1939, tiene un innegable parecido con las
Dolorosas sevillanas “de la O” y “de la Hiniesta”, obras del mismo imaginero,
que están muy consideradas en aquella Semana Santa, siendo la Del Mayor Dolor
una imagen única, de deslumbrante belleza y personalidad.
La
Virgen va vestida con exquisito gusto por el asesor artístico de la Hermandad,
luciendo blonda de encaje y estupenda toca bordada en oro, regalo de una devota
en 1953.
Posee
varios vestidos: uno se realizó con los bordados en oro del traje que el torero
José María Martorell donó a la Cofradía; permaneciendo todavía intacto el que
en 1949 le regaló Manuel Benítez “El Cordobés”; recibiendo otros regalos, como
el magnífico faldón bordado que le regaló Doña Pilar Calleja. El traje que luce
en la procesión es de terciopelo negro bordado en seda blanca y pedrería, obra
de las monjas de Villafranca de los Barros, estrenado en 1947; ellas mismas
realizaron el soberbio manto del mismo material y bordado, resultando un
trabajo de gran belleza, estrenado en 1948, pues, aunque estaba preparado para
un año antes, no se le puso por el mal tiempo. Presenta un delicado bordado
floral en cuyo centro lleva el escudo de la Hermandad. Además de éste, posee
otros dos mantos de procesión: uno de terciopelo negro bordado en oro, muy
antiguo y de gran valor y otro de terciopelo azul sin bordar. Suele llevar un
fajín de seda blanca bordado en sus extremos o un artístico cinturón bordado en
oro con el traje de torero antes aludido.
Cultos
a la imágenes titulares
-En
el mes de noviembre se celebra una eucaristía por los hermanos fallecidos
durante el año.
Mención
a parte merece el piadoso y multitudinario “Vía-Crucis” que desde 1953 se le
hace al Santísimo Cristo de la Fe en la mañana del Viernes Santo, donde la
imagen, desprovista de las andas, es portada a hombros de cofrades y devotos
hasta la vecina Avenida de Colón para celebrar allí las funciones en su honor,
presididas por el señor Arzobispo. Tras este acto, la imagen regresa a la
Iglesia de Santo Domingo donde es objeto de un entrañable “Besapié”, mientras
es sostenida por todas las personas que desean tener ese honor.
Las
imágenes del Dulce nombre de Jesús, de Nuestro Padre Jesús Nazareno del Amparo
y de la Virgen del Mayor Dolor son propiedad de la Cofradía, y reciben culto en
su altar de madera tallada y dorada situado en una capilla lateral del lado de
la epístola. La del Cristo de la Fe, de la misma propiedad, está colocada en
otra capilla del lado del evangelio, decorada con pinturas simbólicas de la
vida de Jesús, La Piedad se encuentra en otra sencilla capilla lateral, también
del lado de la epístola, que ha sido preparada al efecto.
Publica
la Hermandad boletín anual de Semana Santa.
Obra
social
Colabora
estrechamente con Cáritas parroquial en el comedor benéfico de San Vicente de
Paúl.
En
Semana Santa reparte bolsas de caridad entre las familias necesitadas de la
parroquia.
Además
entrega, como las demás Cofradías, una parte de sus ingresos al Obispado y a la
parroquia para obras sociales.
Hábitos
de los Nazarenos
Los
del Cristo del Amparo: túnica blanca con ribetes y botonadura morada; capirote
morado con el escudo de la Cofradía a la altura del pecho; capa blanca con el
escudo del cordero (símbolo del Obispado de Badajoz); cíngulo amarillo y
guantes blancos.
Los
del Cristo de la Fe: túnica negra con ribetes y botonadura rojos; capirote rojo
con el escudo de la Cofradía y capa del mismo color con el escudo del cordero;
cíngulo rojo y guantes blancos.
Paso
de la Piedad: no lleva nazarenos, basándose su acompañamiento en mujeres
ataviadas con mantillas negras, que en número superior a cien acompañan el
paso. Llevan prendido en su pecho la medalla de la Hermandad con lazo de color
rosa cardenal.
Los
del paso de la Virgen del Mayor Dolor: visten un traje igual que los del Cristo
del Amparo, pero cambiando el morado por el color azul.
Los
nazarenos que portan las insignias y los regidores de la procesión llevan
capirotes de terciopelo del color de la sección donde vayan. Los hermanos
llevan la medalla de la Hermandad.
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